domingo, 24 de enero de 2016

MI OPERACIÓN : PARTE 2

LA RECUPERACIÓN

Me subieron a planta después de salir de la U.C.I (tenía que haber estado tres días pero como todo había salido perfecto me sacaron antes de las 24 horas) lo peor era el pos operatorio ya que podían surgir problemas cuando me tuvieran que desentubar el tubo de respiración, pero sorprendente mente para todos respondí bien al primer intento de quitarlo.

Cuando llegué a la habitación mi compañero ya se estaba preparando para irse a casa (su operación también salió muy bien) yo estaba agotado, solo tenía ganas de descansar. Las enfermeras le dijeron a mi madre que en la habitación no meterían a ningún paciente pues tenían en cuenta que éramos de fuera de Sevilla y mi operación había sido muy delicada, con lo cual teníamos la habitación para nosotros solos.

La primera noche en la habitación fue muy dura, me dolía todo el cuerpo y no podía dormir por los dolores, en la madrugada me tuvieron que transfundir sangre (como los vampiros) porque había perdido bastante y estaba muy cansado. Conforme pasaba la noche los ronquidos de mis dos abuelas tampoco ayudaban mucho a que yo durmiera (ja y encima decían que no roncaban). Al día siguiente comenzamos con la recuperación, (los médicos nos dijeron como empezar) aunque mi madre como siempre, bajo su responsabilidad, quiso que me levantaran de la cama justo al día siguiente. Me tenía que levantar de la cama con grúa para saber cuánto aguantaba sentado en el sillón de la habitación, el primer día duré solo cinco minutos sentado, tenía que ir aumentando cada día un poco más.

Después de despertar por la mañana me tenían que hacer las curas de la espalda, ya que tenía más de 80 grapas en toda la espalda y se podían infectar la herida y a sí durante las dos semanas que estuve en el hospital.

En los días que estuve ingresado en el hospital llegué a perder 20 kilos ya que no tenía ganas de comer nada y eso que me compraban fuera del hospital lo que me apetecía, pero aún, así lo dejaba todo.

También tenía problemas para ir al baño ya que me movieron muchos órganos y se tenían que adaptar al cuerpo de nuevo.

Empezaron a venir  mi familia de Jaén para ver como estaba, pero yo no estaba con ganas de nada, a la única que quería ver era a mi hermanita pero ella se fue cuando salí de la operación con mi tía a Málaga (no era plan de que estuviera todo el tiempo en el hospital hasta que nos dieran el alta) pero la veía todos los días por video llamada.

Todo estaba saliendo redondo, mejoraba cada día pues aguantaba más tiempo sentado. En todo el tiempo hospitalizado el trato que recibí por parte del personal sanitario fue increíble, desde enfermeros, celadores, doctores y el personal de la limpieza, siempre los recibía con una sonrisa en la cara.

Hasta el día de mi alta estuvieron mi madre, padre y la madre de mi madre (la de mi padre se vino a Jaén unos días antes). Llego el día de darme el alta, los médicos ya habían preparado todo para el traslado en ambulancia desde Sevilla hasta Jaén, llego un enfermero y para que no tuviera dolores durante el traslado dijo: ¿a ver qué voy a mirarte una cosilla en la espalda? ¡Qué narices! me pinchó un calmante en el culo (que daño me hizo joder).

Ya estaba todo en marcha, mi padre y mi abuela viajaban en nuestro coche y mi madre y yo en la ambulancia. Llegó el coordinador de traslados con un micro para comunicarse con varias personas, todo tenía que estar en orden y sin problemas para poder pasarme de la cama del hospital a la de la ambulancia (parecían agentes de seguridad como si yo fuera un presidente del gobierno) fue gracioso.

En la planta de abajo se encontraban al menos seis personas para poder pasarme de una cama a otra por la complejidad física de mi estado en ese momento. Me subieron al fin en camilla de la ambulancia y camino de Jaén, el viaje fue largo y molesto, se notaban todos los baches de la carretera, al fin llegamos sanos y salvos.

Por fin llegué a casa, “dulce hogar” que ganas tenía de olvidarlo todo, ya que fue duro para todos.

La recuperación era igual que en el hospital, tenía que levantarme más veces al día y aguantar un poco más, todo iba perfecto hasta que empecé a tener problemas para ir al baño, tuvimos que ir a urgencias para solucionar el problema, estuve unas cuatro horas, al fin puede ir al servicio.

Fueron unas semanas duras en casa, venían de visita y le decía a mi madre “echalos que no quiero ver a nadie”, me agobiaba con la gente, me molestaban, también discutía mucho con mi madre y mi abuela porque me molestaba todo lo que me decían, era pasajero, de tiempo por la situación, al final lo superamos todos juntos.

También venían a curarme la herida a casa cada dos días, hasta que me quitaron todas las grapas, los enfermeros del ambulatorio me trataron muy bien con mucha delicadeza y cuidado.

Aprendí mucho, para mi vida fueron unos meses muy duros pero a la vez fueron unos momentos muy bonitos. No tengáis nunca miedo a nada siempre se sale hacia delante vive la vida con una sonrisa.

Espero que os haya gustado y seguir mis historias.




                                                                                        MUCHAS GRACIAS Y UN SALUDO.

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